Tres adolescentes quinceañeras se pasan por el museo CIDEVIDA
antes de las clases de inglés
No hay nada más motivador para un servidor que el atender las visitas
de las hoy sólo adolescentes pero que el día de mañana serán las futuras
mamás.
Como podréis sospechar, la visita por parte de las adolescentes no fue
nada premeditado. Entraron en el museo pues al ser una iglesia que
siempre había estado cerrada, les llamó la curiosidad por verla por dentro.
De hecho, una de las nenas (precisamente la más revoltosa de las tres)
nada más pisar el Museo, lo primero que hizo fue santiguarse.
Ante las caras de asombro de las tres jóvenes, lo primero que les
expliqué fue precisamente que la iglesia de San Juan Bautista se había
transformado en el Museo de la Vida de Tordesillas.
La primera respuesta que obtuve fue: "¿Sabes que lo tienes muy bien
cuidado?". No pude por menos que sonreírme y contestarle: "faltaría
más"
Fue realmente maravilloso observar sus caras de asombro al ver como
se miraban los pins de "Los pies preciosos", pero más asombroso fue su
reacción entre la admiración y la sorpresa cuando les informé de que se
trataban de la medida real de los pies de un bebé de 10 semanas de seres
humanos. Ellas no lo entendieron y yo les dije que por supuesto tampoco
podía entender a esas personas que dicen esas cosas.
Curiosamente prestaron mucha atención a la breve charla que les hice
sobre el origen de la vida y como desde las primeras semanas ya se va
formando el corazón, los dígitos de las manitas y de los pies, etc.; todo
esto teniendo como material didáctico toda la información de fotos
documentación que disponemos en la sección "¿Qué dice la Ciencia?"
A todo esto me preguntaban acerca de porque la mujer está tan
embarazada cuando el bebé es tan pequeño y preguntas similares.
Como son jovencitas de 15 años, todas las preguntas me las hacían con risas que lo único que reflejaban eran lógicamente su vergüenza
adolescente. Por supuesto no me importaban para nada esas risas, al
revés fui observando como poco a poco el número de preguntas iba
aumentando y su interés por mis explicaciones también fue aumentando
hasta llegar al extremo se sentarse en el suelo de manera espontánea y
desde ahí atender a todo lo que les explicaba y a mis respuestas a todas
sus preguntas.
La sección del Museo de la Vida que más triunfó pues fue en el que
realmente me "fusilaron" a preguntas fue el dedicado a la exposición
sobre los diferentes tipos de abortos, la píldora del día después, a la que
por cierto tuve que dedicarle bastante tiempo, pues sus ansias de saber
parecía no tener fin.
Debo confesar que el que disfrutaba con todo aquello era un servidor,
pues es una auténtica gozada poder ser útil a la vez que práctico en la
transmisión del hecho que abortar es matar.
De hecho al poco de empezar mis explicaciones en la sala de los abortos
dejé de emplear la palabra aborto por la de matar y luego fui alternando
ambas palabras con la idea de transmitirles el concepto de que abortar es
igual a matar.
En esos momentos una de las nenas recibió una llamada, era de su
profesora de inglés que le recordaba que no podía faltar a la clase. En
ese momento, no pude por más que indicarles que no debían faltar a sus
obligaciones y que podrían acercarse otro día y con más tiempo explicarles
todo lo que en ese momento no les pude explicar.
De modo muy natural me comentaron que volverían al día siguiente con
otras amigas para que les acabara de explicar todo. Pensé, no creo que vuelvan pero me equivoqué.
Pues resulta que las tres quinceañeras, que el día anterior tuvieron que dejar a
medias la visita al museo CIDEVIDA para acudir a sus clases particulares de inglés, se
presentaron al día siguiente con cuatro amigas más; igualmente interesadas en saber
que era todo aquello que les habían medio explicado sus otras tres amigas de su visita
del día anterior.
Por extraño que pueda parecer no dejaron de impresionarse nuevamente por volver
a ver los pins de "Los pies preciosos" así que no pude por menos que regalarles un pin
a cada una de ellas. Resultaron ser chicas muy bien educadas porque en un principio
no quisieron aceptarlos porque eran muchas. Les insistí en que lo aceptaran porque
si fuera un grupo mucho más numeroso sí que no podría tener el mismo gesto de
generosidad. Todas, sin excepción, aceptaron el regalo con un "muchas gracias".
"¿Y eso...?" preguntó una de ellas apuntando hacia el "Bebé Aïdo". Les expliqué que
se trataba del tamaño y peso real de un bebé de 12 semanas de gestación (yo siempre
hablo de "bebés" y no de "fetos". Aunque lo más exacto es hablar de fetos pienso
que con la expresión bebé "humanizo" mucho más y hago que estemos hablando de
alguien que realmente existe aunque aún no haya nacido).
Las siete chicas se pasaron el bebé Aïdo, la una a la otra, abriendo la boca en un gesto
de estar muy impresionadas. Les repetí que hay personas que afirman que esa criatura
es un ser vivo pero no un ser humano, lo que a la vista está de que están en un enorme
error.
Posteriormente tuve que centrarme en la experiencia de "Samuel" (el niño que fue
intervenido de espina bífida cuando aún era un bebé en el seno materno) ya que una
de las nenas quería explicar esta experiencia a las otras. Por supuesto que les expuse
nuevamente la experiencia de Samuel, poniendo el acento en que si fue operado es
porque desde el punto de vista de la medicina, Samuel y su mamá son dos pacientes
diferentes, dos personas diferentes a las que se las trata de manera diferente y eso,
a pesar de que Samuel aún necesitaba de su mamá para ir creciendo y formándose
antes de nacer; y que lo más importante es que la medicina puede tratar a los bebés
en gestación de modo que puedan nacer sin problemas y sin que sus mamás tengan
que hacerlos matar a través de los abortos.
Tanto las tres chicas que repetían visita como las cuatro nuevas amigas que las
acompañaban no paraban de hacerme preguntas, eso sí, con cierta vergüenza como
delataban las sonrisas. Es curioso, pero a fuerza de responder con toda la naturalidad del mundo a sus preguntas y también porque se lo hacían a un desconocido no pasó
mucho tiempo para que las preguntas, sobre todo en materia de educación sexual,
fueran aumentando y su vergüenza inicial fuera, sorprendentemente, desapareciendo. De hecho, al llegar de nuevo en la sección de los abortos, que fue la sección en la que
finalizamos el día anterior; con cada una de las técnicas abortivas que iba explicando
se entretenían a hacerme un montón de preguntas acerca de si la mujer sentía algo o
no por ver lo mucho que sufría el bebé, por donde salían los bebes muertos, en caso
de los abortos inducidos y de los abortos por envenenamiento salino, etc., etc. Por
supuesto que quien mejor se lo estaba pasando en esos momentos era un servidor.
Curiosamente, no sólo prestaron mucho interés en la exposición acerca de la píldora
del día después sino que además me pidieron que pusiera el vídeo de los abortos para
verlo. Por supuesto que les puse el vídeo y mi gratísima sorpresa fue como ante unos
primeros momento de silencio total, empezaron a comentar entre ellas lo que en el
vídeo se explicaba. Par mí, lo más relevante de todo fue los muchos comentarios que
se hacían las unas a las otras aunque eso fuera en contra de la atención al contenido
del vídeo.
Creo que, como formadores que somos en CIDEVIDA, lo más importante es conseguir
el debate entre todas ellas en las que unas se explican a las otras todo esas dudas
que tienen, para conseguir una mejor formación e información; eso sí teniendo que
intervenir personalmente para deshacer algún mal entendido.
Ya en la sección de los testimonios, las nenas que vinieron el día anterior, pusieron
especial interés en que leyeran el testimonio en como una feminista de izquierdas se
lamentaba de haber abortado y de que no se le hubiese informado adecuadamente,
porque de haberlo sabido, sin duda, no habría abortado.
Esto me puso en bandeja de plata mi exposición de lo importante que es saber las
terribles consecuencias que para todas las mujeres tienen el abortar y les aconsejé
que, si algún día, en el futuro, abortaban tanto de forma natural como voluntaria, que
le pusieran un nombre a su hijo o hija y que de alguna manera hablaran con él/ella
y que si eran creyentes que le rezaran para que intercedieran por ellas, pues de esa
manera les ayudaría a superar el síndrome post aborto. Eso sin olvidar que siempre
sería necesario la terapia de una buen psicólogo.
Seguidamente les mostré el panel que disponemos de todos los centros de ayuda a las
mujeres, tanto si han abortado voluntariamente como si no quieren abortar a pesar
de que sus novios o amigos o familia o quien sea las presionan para abortar en contra
de su voluntad. Les recordé que si en el futuro ellas o alguna amiga suya necesitaba
ayuda, que acudan a nuestro museo porque para eso estamos: para ayudar a las
mujeres embarazadas y para las que han abortado porque sabemos lo mucho que se
sufre y el mucho consuelo que debemos dar para ayudarlas.
No quise finalizar la visita sin que antes visitaran el útero y vieran como vive un bebé
de 8 meses de gestación dentro de su mamá. Por supuesto salieron encantadas, no sin
antes oír sus sonrisas ante lo que estaban viendo.
Antes de salir, les di a cada una de ellas un tríptico que, como mujercitas bien
educadas, aceptaron respondiendo con un "muchas gracias". |